viernes, 29 de junio de 2018

Ecfrasis - Cueva de San Borjitas


Una sinuosa pendiente de suelo pedregoso, en tramos pronunciada, lleva hasta la caverna, es magnificente, pero a la vez fría. A 250 metros de altura se muestra imponente; el agua corre lentamente por su superficie y a su paso deja apenas unos rastros que nos guían por cada pintura colosal que adorna la Cueva de San Borjitas en Baja California Sur, México. En su interior se encuentran una de las policromías más ricas de la tradición “Gran Mural”, parecieran ser el precedente la exitosa tradición muralista de nuestro país.

Cómplice, el arroyo intermitente de San Baltasar con agua que brota de las piedras lenta pero inquieta . A su paso apenas humedece algunas raíces de los incontables matorrales espinosos y amenazantes que crecen en el terreno semi-desértico en toda la sierra de Guadalupe.



La Cueva de San Borjitas con todas sus pinturas está cerca del agua. Se abre en tierra fértil como fruto de plantas resistentes al clima y el tiempo entre las piedras que son testigo y lienzo que sirve de la para mostrar la memoria de quienes habitaron hace 7,500 años esta cordillera seca, de exuberantes oasis.
Al observar las milenarias efigies antropomorfas de hasta tres metros plasmadas sobre el techo de aquella inmensa oquedad, cualquier artista no tendrá más que reconocer que hubo alguien que se adelantó a su talento.

Su edad es, 2 mil años más antiguas que las que se localizan en una región adyacente al Río Pecas, en Texas, Estados Unidos, consideradas las más primitivas hasta antes de que fueran descubiertas. Cada pintura colosal nos muestra las memorias de quienes habitaron esa región.

La imagen más antigua, de más de dos metros de altura, está dividida de manera vertical a la mitad por los colores rojo y negro, y representa a un individuo masculino con los brazos extendidos que es atravesado por un par de flechas, en el cuello y las costillas.



Desde el interior, la boca de la caverna pareciera un gran ventanal hacia el cielo, por dónde se asoma el corazón de la sierra. Altísimos cardones, chollas llenas de espinas con silueta semejante a los corales, frondosos mezquites de flores amarillas y pitayas de fruto dulce.

San Borjitas es uno de los tres sitios arqueológicos abiertos al público en la sierra de Guadalupe, ubicado al oeste de la población de Mulegé, a unos kilómetros del apacible Golfo de California: una cueva de sólo 50 metros de frente pero su profundidad alcanza los 60 metros: espacio amplio y sombreado, de techo plano y relativamente bajo por lo que constituyó un lienzo ideal para pintar.


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